Con el BMW C 600 Sport he callejeado, trabajado, he ido de compras, de tapeo, he deslumbrado (la moto, claro), terrazeado, curveado, viajado, he salido con los amigos, emocionado con puestas de sol o contemplado el beso de unos enamorados. He cabalgado incluso y también navegado. Todo eso y más lo he vivido con el maxiscooter de BMW Motorrad y para los escépticos aporto las fotografías que lo demuestran.

Un scooter es ideal para no atascarse en las colapsadas calles de la gran ciudad. Y un maxiscooter permite, además de lo anterior, desaparecer los fines de semana y surgir indemne en los confines del mundo, viviendo un sinfín de experiencias y emociones, las que posibilita el BMW C 600 Sport, un modelo que roza la perfección hasta el asombro.

Deslumbrar!

Curvear!

El BMW C 600 Sport es muy atractivo, y lo es tanto por estética, como por el concepto, pues resulta ser una moto para todo y todo (o casi todo: el campo, por ejemplo, no es lo suyo) lo hace bien. No voy a describir la línea del Sport, pues es de sobra conocida por todos, no en balde lleva en el mercado un buen puñado de meses (un año, en realidad). Respecto al C 650 GT, su gemelo de marca, cambia bastante, dejando constancia de lo acertado de sus nombres. Uno, el que nos ocupa, es eminentemente deportivo, mientras que su hermano de gama es más de turismo, si bien, a la hora de manejarse, lo hacen de forma muy pareja, aunque el primero es, sin duda, más dinámico.

Viajar!

Sí me interesa más lo que BMW Motorrad ha conseguido con el C 600 Sport, una moto multiusos para el desplazamiento diario con la que sortear atascos y llegar a las citas y reuniones en tiempo y hora. Pero, además, el fabricante alemán ha sido capaz de hacer también un vehículo de enormes virtudes en carretera, en autopista o autovía, viajando, solo o en compañía, o bien saliendo con los amigos a curvear un domingo.

Enamorar!

Tapear!

El C 600 Sport satisfará a los que buscan una moto para todo; aquellos que no quieren o pueden tener una segunda máquina para suplir las supuestas carencias de la anterior. Gente que anda necesitada de una moto, cómoda, práctica y limpia en el día a día con la que ir a trabajar, ya sea a la oficina o visitando clientes de sol a sol. Y luego, llegado el fin de semana, vestirse de motero para darse un rulo con la peña e incluso atreverse a travesías más largas como los períodos vacacionales, porque la misma moto que tan buen uso da en las jornadas laborales, amplía sus virtudes fuera del hábitat para el que en principio ha sido concebida y nos colma de satisfacción en ruta.

Navegar!

Callejear!

Yo, que el primer vehículo a motor que tuve fue una moto, engañando a mi padre que se oponía a que tuviera una, él, que precisamente siempre fue sobre dos ruedas, he tenido y conducido unas cuantas. Y las he tenido con motor de dos y de cuatro tiempos; de campo y de carretera. También scooter, como una Lambretta pintada de negro y amarillo cual taxi de Barcelona con la que me hacía viajes un fin de semana y el otro también (la juventud es capaz de transformar la máquina más básica en la más perfecta). Más tarde, cuanto conseguí estirar la nómina, salté a la Morini, para, posteriormente, subirme a una Guzzi V50 II, etc, hasta llegar a BMW Motorrad, mi sueño. Ahora, sigo disfrutando de cualquier artilugio a motor con dos ruedas que caiga bajo mis curtidas posaderas, porque la moto es libertad, emoción, rebeldía, inquietud, curiosidad, comienzo de todo, porque con ella cada día es diferente, pues con la moto se descubre y conoce. La moto, como el maxiscooter, es, en definitiva, un estilo de vida.

Shopping!

Hacer amigos!

Y reconozco que todo eso lo sentí llevando el C 600 Sport. Y me sorprendió, hasta el punto que celebré incluso que no tuviera marchas (el BMW lleva transmisión automática CVT –Continuous Variable Transmission-), pues me centré totalmente en su pilotaje (los años nos vuelven cómodos hasta el extremo de renunciar a nuestros principios moteros, cual es el de conducir sin tener que cambiar de velocidad), resultando delicioso hacerse una carretera de montaña. De esta forma, ante la ausencia del selector en el pie izquierdo, sólo tenía que preocuparme de realizar la maniobra de aproximación a la curva, presionar ambas manetas para frenar (que lo hace de maravilla, por cierto), tumbar (asombroso cómo inclina y con qué seguridad) y acelerar en busca del siguiente giro, que no tardará en llegarr, pues los impresionantes 60 CV del motor bicilíndrico los acerca hasta acumularse el trabajo. Y así una y otra vez hasta la saciedad, saboreando el placer de curvear, que es lo que realmente le da emoción a la conducción de una moto, el desafío constante a la ley de la gravedad.

Cabalgar!

Otra de las cualidades del maxiscooter, sobre todo para un fotógrafo como el suscribiente, siempre cargado con la mochila repleta de cámaras y objetivos, sin olvidar el flash y el trípode, es el maletero que hay bajo el asiento en el que me cabe perfectamente el citado zurrón y alguna cosa más, amén del casco integral al estacionar y liberar el FlexCase, genial invento de BMW Motorrad que amplía la capacidad del cofre. ¡Y cuánto se agradece no tener que cargar con la mochila a la espalda en los desplazamientos y viajes y cuánto no llevar el casco en la mano al poderlo guardar bajo el asiento una vez en el lugar de destino!

No cansarse!

Trajearse!

En definitiva, me ha encantado el BMW C 600 Sport. Con él he callejeado, he currado, ido de compras, de tapeo (bebiendo cerveza sin alcohol que, bien fría y en copa helada, está deliciosa), he deslumbrado (la moto, que no yo), terrazeado, he ido bien vestido, viajado, salido con los amigos, me he perdido por carreteras serpenteantes y aparecido en ciudades con encanto, emocionado con puestas de sol e incluso he sido testigo del enésimo beso de unos flechados (por Cupido). He cabalgado y también navegado con el maxiscooter del que no dudo ni tan siquiera el color que mejor le queda, ¿o acaso no le sienta de maravilla el que luce en las fotografías y que prueban cuanto digo?

Por José Mª Alegre

Dominar!

Más información en www.modernmovement.es