BMW C 650 GT: Dos motos en una, con la efectividad de ambas

Quise comprobar la dualidad del BMW C 650 GT, si a su ejemplar eficacia urbana, se unía la misma en ruta. Me subí a ella y puse rumbo a la cálida Alicante, y disfruté del trayecto. Me convencieron su potencia, su confort, su seguridad y funcionalidad. Es dos motos en una, con la efectividad de ambas. Con él sentí la libertad y la emoción de viajar en moto.

La moto tiene la gran ventaja de su inmediatez para ponernos en marcha. Luego, está el gran atractivo de su conducción, su manejabilidad para superar los obstáculos de la vía pública (léase atascos), su economía y esa sensación real de libertad que proporciona el contacto con el aire, con los elementos, que cuanto peores sean mayor es la aventura. Todo ello invita a saltar sobre su grupa y hacer muchos kilómetros. Y si es para ir en busca de la calidez, entonces sobran razones.

Eso es lo que hice en cuanto el calendario me fue favorable, subirme a ella y poner rumbo al paraíso tan deseado todo el invierno (para los que vivimos tierra adentro) como es la costa, disfrutando de la belleza del mar, de los colores, olores y sabores que despierta la primavera en la que nos encontramos, estación del año proclive a cumplir todas las tentaciones moteras que hemos ido acumulando durante los meses invernales.

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Y así lo hice. Pero no con una moto al uso. Para realizar mi primer viaje de inauguración de temporada me agencié un maxiscooter, concretamente el BMW C 650 GT. ¿Y por qué un vehículo de estas características, verdadero rey de la ciudad, pero cuestionado por más de uno en su capacidad rutera? Pues para comprobar sus posibilidades como moto de doble uso, esto es, de utilización diaria e igualmente útil para los viajes de fin de semana y períodos vacacionales. Y, además, divertirnos con él. Porque la moto es eso, diversión, emoción y aventura. ¿Se pueden sentir esas sensaciones, las de una moto convencional, con el C 650 GT? Pues sí y muy intensas.

Es más, para los que la moto es su estilo de vida, utilizándola a diario para su trabajo y los fines de semana viajar con ella, pero no puedan tener dos, una para cada necesidad, y deban elegir entre ambas, el C 650 GT es ideal para tales menesteres, porque su dualidad roza la perfección. Entre atascos se comporta con igual agilidad que el delantero que todos sabemos (que cada cual ponga el nombre de mayor afinidad), que esquiva con suavidad y efectividad a los rivales que tratan de frenarlo en su cabalgada hacia la portería contraria. Los defensas no son un obstáculo para el susodicho delantero, como los coches atascados no lo son tampoco para el BMW, pues su dinamismo y destreza, medidas contenidas y aceleración le permiten sortear cualquier contingencia. Y luego, en carretera… Mejor describo mi viaje y salimos de dudas.

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Para viajar, la primera ventaja del C 650 GT es el gran maletero que tiene bajo el asiento, nada menos que ¡60 litros! Hay pues espacio de sobra para dos cascos integrales y algo más como puede ser, por ejemplo, un traje de agua. Así pues, meto una mochila con la ropa para cuatro días, un trípode, una bolsa con dos cámaras y el mentado traje para protegerme de la lluvia (que a la vuelta me será de gran utilidad, pues deberé enfrentarme a un auténtico diluvio universal).

Bien equipado, con traje BMW Motorrad, botas de iguales siglas y el práctico casco System 5 (tengo que hacerme con el 6 EVO, pero es que el actual me va de maravilla), pues el hábito en este caso sí hace al monje, salgo de Madrid con dirección a Alicante, la millor terreta del mon, como reza el eslogan popular de lugar tan acogedor como el citado.

Antes de abandonar la ciudad, debo enfrentarme a sus perpetuos atascos. Pero, una de las virtudes de este maxiscooter es la de sortearlos con extrema facilidad, confirmando su dinamismo y practicidad. El GT circula entre automóviles de maravilla. Su gran maniobrabilidad, debido al buen reparto de pesos, bajo centro de gravedad y magnífico guiado de la rueda delantera por la horquilla delantera invertida, permite meterlo en huecos inverosímiles. Contribuye a ello la estrechez del conjunto y el excelente puesto de conducción, con un manillar alto y ancho y asiento más bajo, llegando perfectamente al suelo.

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Además, desde primeros de año, el GT (al igual que el Sport) puede adquirirse con el asiento más bajo (sin sobrecoste), quedando a una altura de 785 mm. Eso hace aumentar la confianza en el vehículo, pues el llegar bien al suelo posibilita el éxito en las maniobras de giro a la derecha o izquierda que debamos realizar en la conducción urbana.

Uno de los grandes argumentos del GT es su poderoso motor. Es un bicilíndrico de 647 cc de 60 CV a 7.500 rpm y par máximo de 66 Nm a 6.000 vueltas, al que tan sólo hay que roscar ligeramente el puño derecho para que salga disparado y nos aleje de cualquier situación comprometida. Diseñado especialmente para los dos C de BMW Motorrad, aporta soluciones tecnológicas de gran mérito, como son las cuatro válvulas por cilindro y dos árboles de leva en cabeza o la inyección electrónica, por no citar la incorporación de árboles de compensación, que favorecen la eliminación de las vibraciones. Tanta ingeniería consigue un tacto sedoso, una respuesta inmediata, un consumo sumamente contenido y un sonido ronco y poderoso, lo que se traduce en un magnífico rendimiento.

Los 60 CV del GT dan para muchísimo, para salir airoso de cualquier maniobra evasiva, para sentir la emoción de la aceleración en las carreteras de curvas, para mantener medias elevadas en autopistas y, en definitiva, para divertirse.

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Una vez que la gran urbe queda atrás, con la excitación contenida por las jornadas de fiesta que tengo por delante y la felicidad que produce compartirlas con la moto, ya surco la carretera en pos del horizonte azul del mar. Como tengo más de 400 kilómetros por delante, decido no jugarme el sueldo y mantener una velocidad de 120 km/h, aunque en alguna ocasión la aguja del velocímetro quiera superar, muy a mi pesar, por supuesto, tan restringida cifra.

En carretera, la postura, al igual que en ciudad, resulta cómoda. El pequeño, pero práctico respaldo para el conductor, permite recostarse en él, haciendo más agradable la travesía. Por otra parte, el gran espacio que hay para las piernas permite llevarlas encogidas o bien estirarlas, alternando una u otra postura dependiendo de las necesidades. Además, la plataforma para los pies, tanto del conductor como acompañante, es algo más ancha que en el Sport, que, al contrario que el GT, dispone de estribos para el paquete.

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Elemento básico en toda moto, y por ende en el maxiscooter, es controlar las constantes del propulsor y otros datos de igual relevancia, cuantos más mejor, que debe ofrecer el cuadro, y deberá ser claro, visible e informativo. Tengo, además, por costumbre echarle el ojo muy a menudo, pues aparte de observar datos esenciales como puedan ser las presiones de las ruedas, hay que estar al loro de la velocidad que llevamos.

Y el cuadro del GT tiene eso y mucho más. Compuesto por un display de LCD de gran visibilidad y fácil lectura, con velocímetro analógico a la izquierda y cuentarrevoluciones digital e iluminación nocturna de color naranja, la pantalla ofrece una copiosa información. Así, conocemos los niveles de gasolina y aceite, la presión de los neumáticos ya citado, fecha, hora, velocidad puntual y media, al igual que el consumo, revoluciones, temperatura exterior, uso de los puños y asientos calefactables, en caso de adquirirlos, e informaciones sobre el mantenimiento. Toda una batería de datos que no hace sino aumentar nuestra tranquilidad al tener el control visual, ¡y de qué manera!, de la máquina.

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El colmo de la sofisticación lo encontramos en la pantalla regulable eléctricamente. Pulsando una tecla en el lado izquierdo del manillar variamos su altura, que al llevarla al máximo desvía el aire por encima del casco y también el agua en caso de lluvia, aumentando el confort y la seguridad.

Voy devorando kilómetros y me siento tan a gusto como al inicio del viaje. El GT se muestra firme y seguro. Ello se debe al alma que da firmeza a todo el conjunto, el chasis, formado por una estructura híbrida de tubos de acero y un elemento de fundición inyectada de aluminio en el soporte del basculante. Además, el motor es autoportante, lo que da rigidez a la estructura. El basculante monobrazo también es de aluminio y contiene la transmisión, que es por cadena sellada bañada en aceite. La robustez del conjunto posibilita el comportamiento estable y preciso del GT.

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En carretera, el C es un misil que vuela bajito, recupera fantásticamente y siempre tiene ese plus para salir airoso de cualquier maniobra que se le demande, como puede ser un adelantamiento. A medida que devoro kilómetros, aumenta mi satisfacción, pues el GT me brinda grandes emociones, comprobando que, además de maxiscooter, es excelente en carretera, lo que aumenta su utilidad.

Para disfrutar de él, decido circular por la N-301, desechando la  magnífica AP-36, ya que a 120 km/h poco se puede disfrutar de la autopista, que si utilizaré al regreso debido a la inmensa lluvia que me caerá todo el camino y que me obligará a acogerme a la seguridad que la misma ofrece en situaciones como la descrita.

La N-301 parece una carretera fantasma, y no porque no haya tráfico, aunque es cierto que vivió tiempos mejores antes de la construcción de la referida autopista, sino por la cantidad de estaciones de servicio que están cerradas o abandonadas (algunas tienen valladas su olvido; otras, ni eso) a causa de las carencias económicas actuales.

Pero yo voy de maravilla en mi maxiscooter. Protegido como si de una moto turística se tratara, viajo con una máquina que de vehículo de ciudad se ha transformado en devorador de kilómetros en carretera. Tiene fuerza, rueda magníficamente bien, sin acusar las turbulencias del viento, sin cabecear o flanear de delante al subir la velocidad (como he sufrido en otros aparatos de parecida concepción). Conduzco confortable y siento que lo tengo todo controlado. Voy jugando con la pantalla eléctrica dependiendo del viento y la protección que desee, ahora más, ahora menos, subo, bajo, ¡qué gran invento! Alcanzo un coche. No hay problema. Espero a la línea discontinua, no viene nadie, pongo el intermitente, acelero y el misil que conduzco realiza la maniobra en un abrir y cerrar de ojos, tal es la rapidez de aceleración.

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A los 259 kilómetros de dejar Madrid a mi espalda, se enciende el testigo de la gasolina. Me quedan cuatro litros de reserva para buscar una estación de servicio. La capacidad del depósito es de 16 litros, saliendo una media de 4,7 litros cada 100 km, consumo de lo más comedido y que hace realmente económicos los desplazamientos, un dato más que avala la elección.

Lleno el depósito y al ir a buscar la GT, después de pagar la gasolina de 95 octanos, me doy cuenta de que sigo con muchas ganas de subirme a ella y continuar con el viaje, tal es el placer de su conducción. Decido entonces ir algo más ligerito para sentir plenamente las sensaciones de moto que me ha transmitido el maxiscooter. Y no me defrauda. En curvas, tanto cerradas como de gran ángulo, el BMW pisa fuerte, inclinándose con decisión (la que nosotros tengamos, porque a él le sobra) y sin acusar la agresividad de la conducción. El trabajo de la suspensión es magnífico, tanto en el tren delantero, como en el trasero, con un amortiguador muy efectivo, que se regula fácilmente en precarga según vayamos uno o dos. ¡Perfecto!

También la efectividad de la frenada es sensacional. Ésta se ha confiado a dos discos delanteros de 270 mm y uno trasero de igual medida, además de ABS de dos canales Bosch 9M de sólo ¡700 gramos! de peso. Otro de los inventos de BMW Motorrad es el freno de seguridad en parado que presenta el GT y que se activa al poner la pata de cabra, evitando que el vehículo se desplace cuando está aparcado. En cuanto a los neumáticos, las medidas no son desdeñables: 120/70 delante y 160/60 detrás, montados ambos en llantas de 15 pulgadas.

Ya estoy en Alicante; ya huelo el mar. El tiempo cambia por completo. Del agua, aunque no mucha (ya me cansaré de ella al volver), encontrada en el camino, además de las bajas temperaturas, paso al sol y a la calidez climatológica. Bajo la pantalla y levanto el frontal del casco para que la brisa marina me chute los sentidos, ¡qué delicia! Pienso en el viaje que acabo de hacer y me doy cuenta de que me ha sabido a poco. No me he cansado, no me he aburrido, he disfrutado, he gastado poco (los 420 kilómetros del viaje me han salido por unos 29 euros en gasolina, ¡quién da menos!), he curveado con delectación y he sido feliz al sentir el placer de la libertad que proporciona la moto, ¡qué maravilla! Y es que la moto es eso, libertad, emoción, independencia, autonomía, liberación… La moto y el C 650 GT, cuyo disfrute en carretera es tal que bien pudiera pensarse si no es la moto total, pues va igual de bien en ciudad que en ruta.

Permitirme que no cuente la vuelta, más que nada porque carece de la ilusión de la ida. Pero no me lo pasé nada mal. A partir de Albacete llovió a mares, tal como cito al principio, pero no aflojé. De hecho, conducir sobre mojado no me desagrada, y a pesar del diluvio que no cesó en los 245 kilómetros de la ciudad manchega hasta Madrid, mantuve la velocidad de la ida sin que el GT mostrara la más mínima debilidad, prueba de su gran estabilidad.

Pero ahora, disfrutaré de la capital alicantina, zambulléndome en su denso tráfico, ¡menudos atascos! Pero no tengo problema alguno, conduzco un maxiscooter.

Por José Mª Alegre

Más información en www.modernmovement.es

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